¡Salpicados! Capítulo 5

 
 Capítulo 5

No le gustaba sentirse como una niñata a esas alturas de su vida, pero tenía que reconocer que encontrarse con un Gabriel esperándola, con una pierna poyada sobre la fachada y fumando con cierta dejadez, le había acelerado el pulso. Se le escapó una sonrisa cuando Gabriel le enseñó aquella moto cutre y destartalada, definitivamente había vuelto al instituto.
―Te invito a cenar dónde quieras ―dijo.
Automáticamente, Ciara pensó en un menú de cuatro euros compuesto por hamburguesa, patatas y coca-cola. No solo porque probablemente era lo único que podía permitirse (a no ser que su madre le hubiese prestado dinero, algo altamente probable), sino por ese halo de adolescencia que le rodeaba. Gabriel no había tenido la oportunidad de madurar en solitario, no conocía los rituales propios de las relaciones más adultas, así que estaba en su mano mostrarle el camino.
―Lo único que está abierto a esta hora es el McDonalds y es un sitio que no va del todo conmigo. ―Al ver el ceño fruncido de Gabriel, Ciara le dio unos segundos para asimilarlo―. Pero traigo la comida que nos corresponde en el bar ―dijo agitando una bolsa de papel marrón ante sus ojos―, así que si no te importa cenar a base de croquetas, patatas bravas y aperitivos por el estilo, conozco un sitio estupendo.
―Genial ―dijo él subiendo a la moto―. Tú dirás.
Le guió hasta la playa, a unos quince minutos de su barrio, y caminaron hasta alcanzar las dunas. No había tanta luz como en pleno paseo, lleno de bares de copas y cervecerías, y el frío en ese octubre, tras un verano muy caluroso, empezaba a hacer mella. Pero a ninguno de los dos parecía incomodarle nada. Caminaban entre risas, tropezando entre espigas y hundimientos en la arena, hasta dar con el lugar ideal con vistas inmejorables del inmenso azul.
―Hace apenas dos semanas estaba en bañador haciendo castillos de arena con Melisa ―dijo llevándose una croqueta inmersa en salsa a la boca―. En este lugar uno no puede fiarse del tiempo, siempre cambia de golpe.
―Pero es algo bueno, los que crecemos con estos cambios estamos hechos de otra pasta. La vida nunca avisa antes de un cambio brusco, antes de algo que pueda hundirte o hacerte resurgir de las cenizas, y nosotros tenemos la ventaja de estar acostumbrados.
―Puede ser. ―Gabriel se encogió de hombros―. Y fíjate lo negro que se ve el mar ahora, hace unos días era azul cristalino.
―Sí, es curioso lo que puede hacer un poco de luz ―dijo Ciara provocando su risa―. Pero fíjate mejor, por muy oscuro que parezca, está rodeado de estrellas. Es cuestión de perspectiva, yo siempre prefiero mirar al cielo.
―Buena idea.
Gabriel se recostó sobre la arena y Ciara le imitó para disfrutar de esa noche tan despejada. Le señaló la osa mayor, una de las pocas que conocía, y le contó su historia. Él abrió la boca sorprendido como lo habría hecho su hija.
―No me digas que eres una de esas chicas listas.
―¿De las que llevaba gafas, prestaba poca atención al maquillaje y no hacía pellas?
―Sí.
―¿De esas a las que un chico como tú jamás se acercaría porque no llevaba un piercing sobre el labio? ―quiso saber ella girando la cabeza hasta encontrar sus ojos.
―Sí. De esas que no quieren perder el tiempo con chicos como yo.
―Sí, yo era de esas ―confesó―. Pero en el fondo todas las chicas nos moríamos por pasar una tarde con chicos como tú. Las que estudiábamos y las que no.
Eso le dio que pensar. Sin saber muy bien por qué se acordó de Margarita, su vecina de toda la vida y compañera de clase en el primer periodo de la E.S.O, antes de que a él le metiesen en diversificación. Marga llevaba aparato, gafas que parecían hechas de madera y ropa que no era de marca, demasiado recatada. No hablaba con casi nadie, más allá de sus cuatro amigas muy parecidas a ella, y siempre que la saludaba se le subían los colores. Recordó haberse reído de ella junto a su grupo de amigos, recordó a Verónica imitándola por los pasillos sometiéndola a una humillación en la que él, en menor o mayor medida, siempre participaba. También recordó que en la actualidad trabajaba como médico en el hospital universitario y que sus padres no tuvieron que volver a comprar en el mercadillo.
―Espera… ―dijo él―. No te ofendas, pero, si eras una de esas chicas ¿no deberías estar curando el cáncer o dirigiendo tu propio bufete de abogados?
A Ciara le entró un pequeño ataque de risa del que le costó escapar.
―Estudié magisterio por educación especial ―le explicó―. Y si tienes algo de idea de lo bien que va este país en educación y de lo que invierten en personas dependientes, comprenderás porqué soy camarera.
―Ya… ―dijo. Pero a pesar de saber que había manifestaciones y haber oído algo de ese ministro de educación que pretendía tirarlo todo abajo, no comprendía del todo el asunto. Desde su punto de vista, una persona con estudios siempre tenía más oportunidades que el resto. Por eso a él las cosas le habían ido tan mal. Su hermano, que había estudiado mecánica, siempre se lo repetía.
―Pero cuéntame algo sobre ti ―le dijo ella―. Me gustaría conocerte por algo más que: “Mi Gaby es un gran chico, ojalá hubiese conocido a una niña como tú”.
Se mordió la lengua para no maldecir a su madre. Aunque, viendo los resultados, le estaba agradecido, siempre acostumbraba a ridiculizarle más de lo necesario. Tenía que cambiar el concepto que Ciara tenía de él antes de que fuese demasiado tarde, y se esforzó mucho en contarle su historia sin parecer un patán. 

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Solo le he encontrado una pega. Su extensión.
    ¿No podrían ser un poco más largos? Jubaar, que siempre me quedo con ganas de más :-)
    Y hasta el sábado siguiente me toca esperar...Ainssss...
    Pues nada, que me ha gustado mucho y por ello me ha sabido a poco!! jijij
    Sigue así, que cada día me muero por saber más de estos dos!!Mil besitos, quierote!

    ResponderEliminar
  2. Me ha encantado! Cada vez se pone más interesante,

    ResponderEliminar
  3. ¿Dónde puedo leer el primer capítulo?
    Por mucho que busco no lo encuentro TT.TT (¡qué torpe soy!) y la verdad es que me encantaría
    sumergirme en esta nueva aventura.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El capítulo 1 fue parte del Taller Be Literature que me inspiró a esta historia. Aquí el enlace: http://veritasalterea.blogspot.com.es/2013/07/taller-escritura-bl-2.html

      Gracias por el interés, Ana ;)

      Eliminar

Gracias por colaborar con tus palabras.