¡Salpicados! Capítulo 13



Capítulo 13

Era uno de esos silencios incómodos. Uno de esos momentos que suelen crearse cuando las personas implicadas necesitan más tiempo del habitual para analizar ese entorno que le envuelve y elaborar una respuesta inteligente que le ayude a seguir sobreviviendo. En ese preciso instante, mientras Melisa analizaba su plato con caras raras usando el tenedor para descubrir espinas ocultas, el único sonido presente era el que provocaban las burbujas de un refresco recién servido.
—¿Quieres más? —Gabriel se ofreció a rellenar el vaso de Ciara, pero esta negó con la cabeza y una sonrisa.
Todo era demasiado extraño.
Si un mes atrás hubiesen apostado a que el primer domingo de diciembre compartiría mesa con una chica prácticamente desconocida, a la que ni siquiera había besado una sola vez, y que su madre les miraría a ambos cómo si ya se oyesen campanas de boda, habría perdido lo poco que le quedaba.
—¿Te enseño un truco, Melisa? —le dijo Ciara a la niña.
Se acercó a ella y le mostró como deshacerse de uno, o como mucho de dos, como bien le explicó, de la tira de espinas de los gallos que su abuela les había preparado. Cándida no se esperaba esa visita, habría preparado una buena paella de marisco de haberlo sabido, pero tras la tarde de cine Melisa insistía muchísimo en ello. No sabía si era porque la niña añoraba a su madre y quería suplir su rol con ella, o si tal vez era porque se había mostrado dispuesta a pintarle las uñas; pero mientras le ayudaba con las pocas espinas que quedaron atascadas, Ciara se sintió de lo más afortunada.
—¡Qué bien se te dan los niños, Ciara! —dijo Cándida.
—Ciara es maestra, mamá.
—Es igual. El caso es que yo sabía que ibas a encajar muy bien en esta familia.
—¡Wala! ¿Eres profe? —preguntó la niña ignorando el comentario que a su padre le había provocado una tos profunda—. ¿Puedes venirte a mi cole? Porfi… Mi profe es gilipollas.
—¡Niña! —exclamó Cándida.
—¡Melisa! —la regañó su padre al tiempo—. Te has quedado sin postre.
—Pero, ¿por qué? No he dicho ninguna mentira —se excusó—. Laura y tú siempre decís que nuestra profe es gilipollas.
Ciara frunció los labios intentando contener la risa.
—Pero los niños no pueden decir esas palabrotas —continuó él—. Ya hemos hablado de esto.
Melisa se cruzó de brazos y acribilló su plato con la mirada. A Ciara le dio la sensación de que si seguía mirándolo así acabaría por explotar ante sus narices.
—¿Sabes qué? —le dijo a la niña dándole un pequeño codazo—. Yo también tuve una profe de esas. Tenía el pelo largo y brillante, igual que el de la chica de la peli del otro día, pero era muy retorcida. Sobre todo conmigo.
—¿En serio? —Melisa se acomodó frente a ella.
—Te lo juro —respondió Ciara dándole la intensidad necesaria para que el mensaje calase hondo—. Siempre que en clase había un mínimo ruido, las culpas me caían a mí. Eso por no hablar de la cantidad de trabajo que me mandaba… Si acababa una ficha antes que los demás, me daba otra y otra hasta que se terminaba la clase.
—Lo mismito me pasa a mí.
Esta vez fue Gabriel quién tuvo que ocultar una sonrisa al escuchar la expresión de su hija. Le gustaba cómo se dirigía a Melisa, entendía perfectamente que era una persona mayor y que le debía un respeto, pero confiaba en ella hasta el punto de hablarle como si lo estuviese haciendo con una amiga.
—Creía que me tenía manía y yo la odiaba un montón… No entendía por qué la querían los padres, incluso la hicieron directora —dijo consiguiendo que la niña hiciese un gesto de asco—. Pero, como yo ya había pasado de curso me daba igual. En tercero casi tiro cohetes de alegría por no volver a verla —prosiguió Ciara—. Pero, cuando me hice mayor y terminé el colegio, ¿sabes que me dijo antes de darme el diploma?
—No —respondió Melisa negando con la cabeza.
—Que estaba muy orgullosa de mí y que sabía que algún día yo iba a llegar muy lejos —concluyó—. En realidad, todo lo que me había exigido era para que yo mejorase en las tareas y fuese una buena estudiante. Y ya sabes que la única forma de llegar lejos, es estudiando y esforzándose mucho.
—Sí —dijo cansada de oír la misma canción—, eso ya lo sé. Papá y la abuela me lo dicen siempre.
—Pues tienen toda la razón —añadió Ciara—. Si tu profe te exige mucho, no creo que sea una gilipollas. Seguramente está viendo en ti a una niña que tiene la capacidad de estudiar muy bien y de llegar lejos.
Mientras Melisa recuperaba la compostura pensativa, Gabriel le dedicó una mirada de agradecimiento a su amiga y Cándida les observó con dulzura.
—Siento haber dicho eso, papá. —Melisa optó por el tono de voz comedido con el que solía conseguirlo todo de Gabriel—. No tenía que haber dicho una palabrota y, además, no creo que mi profe lo sea por mucho que Laura y tú lo digáis.
Gabriel se pasó una mano por la frente, algo avergonzado.
—Yo tampoco lo creo, Mel. Es solo que, a veces los mayores decimos cosas que no pensamos porque perdemos los nervios —dijo—. Laura y yo también nos equivocamos.
—Seguro que es porque tú no tuviste una profe que te exigiese más que a los demás.
A Cándida se le escapó una sonora carcajada.
—Lo intentaron, hija. Pero tu padre es el mayor testarudo que hay y solo pensaba en salir y fumar…
—¿Fumar? —dijo la niña—. Buaj. Odio cuando mamá lo hace.
Esa simple mención a Verónica creo otro silencio que ocupó al completo la sala, esta vez fue mucho más incómodo.
—La comida ha estado estupenda, Cándida —dijo Ciara una octava más alto del tono habitual—. Pero creo haber oído algo de un arroz con leche de postre…

—¡Sí! —gritó Melisa—. Papá ya lo he sentido mucho, ¿puedo tomar el postre ahora?

1 comentario:

  1. Enamorada.
    Alá, ya lo he dicho!Me pasa siempre con todo lo que escribes, ya debería estar acostumbrada a ser una adicta de tus letras...así que... xD

    Te he dicho que Melisa me encanta?? le da una vidilla y un juego increíble a la narracción! un acierto enorme incluirla, parece que estoy leyendo la vida real de una familia!! Gracias por tus mágicas palabras, y por hacérmelo pasar tan bien con ellas siempre!!

    Este sigue siendo mi refugio para desconectar!! Mil besos, preciosa!!

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Gracias por colaborar con tus palabras.