Capítulo 17 ¡Salpicados!



Capítulo 17

Al salir del bar, una vez  terminado su turno, tuvo que controlar las emociones en su interior para  que no le temblasen las piernas. Gabriel, que estaba apoyado sobre la fachada del edificio, la atravesó con la  mirada. Desde luego, gestualmente estaba anclado en la adolescencia y lo peor es que la  arrastraba a ella hacia ese mundo sacándole las sonrisas más típicas de pasillos de instituto.
—¿Qué tal? —dijo él  como si no le diera ninguna importancia al tiempo que llevaban sin hablarse—. ¿Te apetece dar una vuelta por ahí?
Ciara sonrió, sus recursos lingüísticos también parecían afectados por la misma época. Ese chico no tenía nada en común con ella,  su educación se había estancado en lo más  básico, en su casa no había visto más que libros infantiles, no tenía trabajo  ni grandes aspiraciones para el futuro, no tenía un ápice de ambición y una seria falta de madurez  y eso por no hablar del incómodo hecho de que tenía una hija… Y su hija una madre a la que no parecía dispuesto a olvidar.
—No creo que sea buena  idea. Estoy muy cansada y me da que se va a desatar una tormenta —respondió mirando hacia el cielo grisáceo. Él copió su gesto y ella aprovechó esos segundos de distracción para iniciar  la  marcha hacia su casa.  Cuánto antes le perdiese de vista, mucho mejor para ambos.
—¡Ciara! —le llamó intentando seguirle el  paso—. Necesito hablar contigo. No…  No creo que entendieras bien lo que te dije aquella noche.  Yo no te estaba dando a elegir ni nada parecido —se explicó  al tiempo que entraban en escena las primeras gotas—. No me gusta esta situación, yo…  Te echo de menos.
—Entendí perfectamente  lo que querías decir —le  corrigió ella acelerando el paso—. Pero tendrás que acostumbrarte. Acaban de prescindir de mis servicios como encargada  y no puedo permitirme seguir viviendo sola en la ciudad —dijo con el peso de su carta de despido en el bolso—. Vuelvo a casa de mis padres  y creo que es lo mejor. Mi tía dice que con su recomendación,  las  monjas del colegio me contratarían como profesora infantil… ¿Qué más se puede pedir?
Se colocó la capucha de su abrigo de hace dos temporadas y continuó avanzando,  como no se dieran prisa les pillaría la tormenta a mitad de camino.
—¿Vas a trabajar en un colegio de monjas? ¿A vivir  en el pueblucho de que te escapaste? —le dijo despótico—. ¿Pero se  te ha ido la cabeza?
—¿Y qué quieres que haga,  Gabriel? —Le gritó, pero no estaba tan enfadada con él  como decepcionada con su propia vida.  A esas  alturas ya no le veía demasiado remedio a las elecciones que había tomado—. Sabes que mi apartamento es una basura y ni siquiera tengo dinero para pagarlo. ¿Qué otra opción me queda? ¿Mudarme a otro piso de estudiantes mientras busco una mierda de trabajo? —le espetó—. No,  gracias.
—Vente con nosotros. —Ciara frenó en seco y se quedó mirándole incrédula—. Ya había pensado en alquilar la  tercera habitación,  pero nunca  me fiaría lo suficiente de nadie como para que conviviese con mi hija. Claro que contigo sería diferente… Si la  quieres, es  toda tuya.
—¿Por qué no? —dijo ella pensativa. Ver a Gabriel todos los días y tener acceso a su intimidad no era lo que estaba buscando cuando salió despedida del bar, pero después de lo de la otra noche no sonaba nada mal. Tal vez así podría demostrarle que era una persona de fiar incapaz de romperle  el corazón a Melisa—.  Después de todo, somos amigos, ¿no?
—Sí… —dijo. Pero no era lo que quería decir. No le gustaba que usase esa manera de definir su relación. Eran algo más que amigos, y ambos lo sabían. Por muy mal que hubiese terminado su anterior cita, no había razón para ignorar que en ese momento ella le había confesado sus sentimientos. De pronto, como si Laura hubiese aparecido en sus pensamientos, supo que tenía que tomar una decisión.  Justo ahí, bajo el cielo oscuro plagado de nubes rotas—. Claro,  somos amigos.
Y de inmediato se arrepintió.

Esa no era la decisión que tenía que haber tomado, ese no era  el camino que quería recorrer junto a Ciara, pero su cobardía siempre iba un paso por delante en el control de su voz. Llevaba muchos años evadiendo conflictos, no iba a dejar de hacerlo ahora.

1 comentario:

  1. Ummm, me ha sabido a poco!!
    Siempre me pasa lo mismo, quiero más y más y más ;-)
    Sigue así, que estoy deseosa por saber qué pasa con esa convivencia, con la llegada de Verónica que seguro aparecerá, con la forma de actuar de Gabriel!!
    Me encanta esta historia, la quiero en papel :P
    Mil besos, preciosa!!

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