Nueva aventura



Ya es hora de contar hacia adelante, porque de contar hacia atrás estoy un poco cansada. 

Más de cuatro meses sin pasar por aquí, sin más excusas que la vida. Trabajo, por suerte mucho, y agotamiento. Llevo catorce semanas y 4 días agotada. Y si sabes que tipo de evento se contabiliza por semanas, hasta llegar más o menos a 40, habrás entendido que estoy embarazada.

Aún no sabemos quien llegará a nuestras vidas, si Edgar o Blanca, pero estamos deseando conocerle y convertir el mundo en el mejor lugar posible para él/ella.

Últimamente ni escribo, ni leo. Ni siquiera la cantidad de libros sobre maternidad que me han hecho llegar con las mejores intenciones. Curiosamente, el mundo se ha vuelto mucho más sencillo, con saber que todo va bien y que tengo leche con galletas a mano, todo funciona para mí. Reservo mis energías para el trabajo y el resto del tiempo Netflix y mimos, eso sí, muchos mimos.

No sé qué futuro le deparará al blog, pero sí a mis letras. Y es que mientras algo se disfruta, es inevitable seguir haciéndolo. Aunque es cierto que ahora mismo mis prioridades son otras, volveré a las andadas... Y sí, esto es más que una amenaza es una promesa.

Espero que tú hagas lo mismo. Disfruta del oleaje, porque eso es la vida. Da igual que no sepas capear el temporal, porque ¿sabes qué? Todo pasa y lo bueno, se queda.


Naipes


No puedo decir que me vaya mal, no sería justo, pero he perdido la cuenta de las veces que he llorado. Empiezo el año de la misma manera, entre lágrimas de añoranza y una desesperación que para pocos tiene lógica ni sentido. Lo bueno se ha hecho tan corto y lo malo... Lo malo se ha convertido en una pesada losa que cae sobre mi pecho. No tengo días mejores y peores, tengo lapsos de tiempo donde la rutina hace que el malestar se difumine y la apatía tome las riendas. Y lo prefiero, porque cuando vuelvo a conectar con mi realidad me caigo de nuevo.

La distancia hace mella, tal vez porque soy tan fuerte como un castillo de naipes. Cuando se acorta vivo, respiro. Porque ni soy tu media naranja ni una completa mandarina, soy un gajo contigo. Y tu conmigo. Al menos uno de los dos es capaz de ver a largo plazo, yo solo veo el ahora. Y ahora que no estás conmigo, muero otra vez. 

Lo que encontrarás en Cadencia




Juliette nació en Bruselas hace diecisiete años bajo el amparo de una familia acomodada. Estudia en un internado católico, por cortesía de una madrastra muy preocupada por su educación, en el que convive con menos de un centenar de chicas rebeldes como ella. Su única conexión con el mundo real es a través de una pantalla desde la que comparte las canciones en las que deja volar su alma.

Víctor, por el contrario, es libre. Ya ha cumplido los veintiuno y sigue sin más aspiración en la vida que hacer surf y disfrutar de la música. Tiene una familia que alimenta su libertad y se aprovecha de ella bajo el sol de Australia. Con una guitarra heredada, compone acordes a los que otros ponen la letra. Otros como la chica belga que hace magia con las cadencias.

No aspiran al mismo sueño, no son de la misma edad, no tienen raíces similares y ni siquiera coinciden en uso horario, pero una pasión compartida es capaz de arrasar con cualquier barrera. La distancia no podrá interponerse a lo que la música había unido. 

Las semillas de la historia están plantadas, ¿te animas a regarlas? Observa como crece y se desarrollan sus ramas. 

Siempre GRATIS en este blog.